¿Te ha pasado alguna vez, que aun teniendo muy claro lo que tienes que hacer, cuando vas a dar el primer paso te quedas paralizado sin atreverte a darlo?

No se trata de que no seas capaz de tomar una decisión (de hecho ya has averiguado y decidido lo que tienes que hacer) ni  tampoco es el caso de que una vez tomada la decisión te surjan dudas de si es buena o mala opción (sabes que es esa y no otra), tampoco se trata de que te dé pereza empezar, entonces…

¿Por qué no lo haces? ¿Qué razones provocan que ya sabiendo lo que tienes que hacer no lo hagas?

Me atrevería a decir que no se trata tanto de razones sino de emociones, y en este caso una muy concreta: el miedo. ¡Sí! El miedo. Te quedas paralizado sin poder dar el paso, es como si una fuerza te empujara hacia atrás, incluso es posible que te surja la sensación de que delante de ti se abre un vacío.

Hay una frase de Cofucio que dice “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces estás peor que antes”. Y qué gran verdad es esta, porque si bien es cierto que no saber qué es lo que se tiene que hacer crea incertidumbre y frustración, saberlo y no hacerlo implica quedarte en un espacio desagradable de transición, entre tu voluntad y tu objetivo. 

Si pones atención a ese espacio desagradable de transición te encuentras con dos partes de ti mismo en lucha, como dos fuerzas que tiran en direcciones opuestas:

  • Por un lado, tus ganas de hacerlo, tu ilusión, tu confianza en que es bueno para ti, que es lo que tienes que hacer, que es lo mejor, y que te llevará más cerca de lo que quieres conseguir.
  • Por otro lado, te encuentras con una fuerza opuesta llena de miedo e incertidumbre, sobre qué pasará, cómo será, y si me equivoco, qué pensarán de mí, no estoy preparado para hacerlo, y si me arrepiento… Todos estos pensamientos son los que te dejan paralizado sin poder continuar.

¿Cómo superar la parálisis y dar el paso para hacer lo que tienes que hacer?

Pues muy sencillo, haciendo lo que tienes que hacer. Sí, no hay otra. Dando ese primer paso por mucho miedo que te dé y sin tener la certeza de cuál será el resultado. Es lo que se llama “dar el salto de fe”.

Hace unos meses, un cliente con el que trabajé en sesiones de coaching que practicaba barranquismo, me habló del salto de fe. Me explicaba cómo en la práctica de este deporte llegaba un momento en el descenso en el que si querías continuar tenías que dar un salto al vacío, a veces de varios metros. Evidentemente, llegados a este punto, todos sentían miedo y se quedaban paralizados, sin embargo, no había otra opción más que la de seguir adelante (ya que en la mayoría de los descensos no se puede deshacer el camino). Entonces hablaban de dar el salto de fe y confiar en caer de pie. Una una vez que lo daban, (hasta el momento siempre había caído de pie)el camino continuaba y podían continuar su viaje hasta el final.

 

Su ilustración me gustó como metáfora para la vida, porque es cierto que en ocasiones cuando ya tienes claro qué es lo que tienes que hacer, por mucho que te asuste, no te queda otra que lanzarte a por ello, atreverte a dar el salto. Quedándote paralizado sin pasar a la acción, te deja de forma permanente en esa lucha interna, creándote malestar, angustia y reprochándote a ti mismo tu incapacidad.Sin embargo, una vez que te lanzas, aunque no tengas la certeza de cuál va a ser el resultado final, te aseguro que comienzas a confiar más en ti mismo.

“A veces tienes que dar un salto de fe primero, y  luego viene la parte de la confianza más tarde”

Superman

 

Y para ello es necesario echar mano de la audacia en su aspecto más positivo. La audacia como virtud que te lleva al convencimiento de que pese a las posibilidades y riesgos, puedes alcanzar una determinada meta.Una vez que has tomado la decisión de forma reflexiva, serena y con conciencia, hay que ser audaz (que no temerario) y atreverte a correr el riesgo, a dar ese salto de fe, y eso no es otra cosa que confiar en que algo pueda ser verdad.

Y solo podrás saber si es verdad cuando lo hayas hecho.

¿Te atreves a descubrirlo?

 

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SOBRE MÍ

Soy Ana Oliver, Coach Personal y autora de este Blog. Mi objetivo es ayudarte a sentirte más satisfecho contigo mismo, y a generar los cambios que quieres en tu vida. Descubre cómo puedo ayudarte aquí.