Sí, hoy me nace hablar de un tema que posiblemente cree controversia, y es que cada vez me encuentro con más personas para las que ser feliz se ha convertido en una exigencia de “tener que ser feliz”.

No sé si estarás de acuerdo conmigo, en que en los últimos años ha surgido todo un mercado “Profelicidad”, en la que se grita a los cuatro vientos “Tienes que ser feliz en tu vida”, se ofrecen charlas, se venden libros, se escriben artículos sobre cómo conseguir la felicidad en tu vida, y claro, ahí estamos todos intentando encontrar la fórmula magistral que nos lleve a esa felicidad, porque si algo queremos todos es ser felices ¿Verdad?

A mí personalmente, lo de que se pueda conseguir un estado de permanente felicidad me parece algo ilusorio y poco realista, sobre todo si entiendes la felicidad como ese estado de plenitud total y absoluta en todos los momentos de tu vida, o como la define el diccionario de la RAE “Estado de grata satisfacción espiritual y física” “Ausencia de inconvenientes o tropiezos”, ¡Vamos! Misión imposible si estás vivo, al menos la segunda definición ¿No crees?

El principal problema que veo a todo este “mercadeo profelicidad”, es que, llevado al extremo, puede acabar generándote malestar y frustración, ¡Sí, justo lo contrario de lo que buscas! ¿Por qué? Pues porque te lleva a la exigencia de que tienes que ser feliz en todos los momentos de tu vida, y que, si no eres feliz todo el rato, es porque no quieres o porque no haces lo suficiente para serlo. Cuando la felicidad no puede ser nunca una obligación, o un listado de tareas a realizar para conseguir ese estado. Todo lo contrario:

La felicidad y la satisfacción es algo espontáneo que surge del placer en el momento más inesperado.

Con todo esto no quiero decir que no puedas tener una vida satisfactoria, es más, creo que todos nos la merecemos y que, si para algo estamos en esta vida, es para vivir con la mayor satisfacción y bienestar posible, material, físico, emocional o espiritualmente hablando, pero de ahí, a esa idea mágica de felicidad como un estado de permanente satisfacción, intensidad y plenitud hay un gran trecho.

¿Por qué no se puede ser feliz en todos los momentos de tu vida?

Porque te guste o no, la vida es vida, y en ella te vas a encontrar con situaciones tristes, de incertidumbre, de enfado, de decepción, de impotencia, con tropiezos e inconvenientes, y hay que pasarlos y sobre todo sentirlos, porque si no te los dejas sentir entonces es que no estás vivo.

El pretender estar siempre alegre y feliz, sean cuales sean las circunstancias, en cierto modo te mutila y te hace ser más infeliz, ya que te niegas a ti mismo vivir otras emociones que, aún no siendo tan agradables, son inherentes a la naturaleza humana y a la vida misma.

De hecho, un estudio de la American Psychological Association  demuestra que las personas que experimentan las emociones que quieren experimentar, ya sean éstas agradables o desagradables, muestran unos índices mayores de felicidad. Es decir, que para ser más feliz no se trata tanto de estar siempre contento y pletórico sino de ser capaz de experimentar y permitirte sentir las emociones que surjan ante las diferentes circunstancias que te toca vivir.

Así que, si estás triste porque la situación lo requiere, permítete estar triste, si lo que te ha dicho tu pareja te ha enfadado, reconoce tu enfado, si sientes incertidumbre ante un cambio, no te exijas fingir que no te preocupa. Permítete sentir lo que sientes y no te lo niegues. No por ello te alejas de la felicidad, todo lo contrario, cuanto más congruente y honesto eres contigo mismo mayor grado de satisfacción y bienestar encontrarás, aunque a veces resulte difícil creerlo.

 

 

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SOBRE MÍ

Soy Ana Oliver, Coach Personal y autora de este Blog. Mi objetivo es ayudarte a sentirte más satisfecho contigo mismo, y a generar los cambios que quieres en tu vida. Descubre cómo puedo ayudarte aquí.