Hace ya unos meses en un taller tuve la oportunidad durante una semana, de poner atención a esas cosas que en mi día a día a día me hacen sentir bien, esas cosas que suceden como sin darme cuenta, en el ajetreo de los días y que son pequeños grandes placeres que me hacen sentir bien.
Lo primero que me sorprendió son la cantidad de pequeños momentos en los que sentía placer…entrar a mi casa y ver las flores de la mesa del salón, observar mi dormitorio desde la cama al despertar, sentarme en el sillón a leer, el silencio, morder un trozo de chocolate, darme un baño de espuma, sentir la arena de la playa en mis pies, mirar el mar, escuchar a mis hijos reír….
Lo segundo, fue darme cuenta que conforme iba poniendo mi atención en esas cosas, cada vez aparecían más… ponerme las zapatillas de estar por casa, el olor del suavizante de la ropa, el sabor de esa crema de zanahorias, el contacto con mi almohada, estar sola, estar en compañía…
Lo tercero fue descubrir el placer que me produce hacer las cosas despacio, sin prisas, cuidando y poniendo cariño y atención en lo que estoy haciendo. Curiosamente este fue uno de los grandes descubrimientos de mi vida, porque no sólo sentía placer y bienestar haciéndolas, sino que además las cosas salían más fluidas, me daba tiempo a hacer todo lo previsto, y encima estaba más descansada y feliz.
Y es que en general, las personas tenemos una muy mala costumbre, que no es otra que poner el foco en lo que no tenemos, en aquello de lo que carecemos, lo que nos falta, lo que tenemos que mejorar, lo que no funciona, todos esos “deberías”, “tengo que”, “tienen que”, que hacen que entremos en una vorágine de prisas y exigencias que nos alejan de algo tan necesario para vivir como es el placer y el bienestar. El placer y el bienestar que nos generan tantas pequeñas grandes cosas en nuestro día día, a veces tan sencillas como beber un vaso de agua fresca cuando tienes calor.
Te invito a que tú también lo pruebes, pon atención durante unos días a todas esas cosas que te hacen sentir bien, que te producen bienestar y placer, no tienen que ser grandes cosas, simplemente esas pequeños grandes placeres que la vida nos dá. Luego si quieres, y te apetece me cuentas tu experiencia.
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El placer de leer un post tranquilamente 🙂
Sí Elena, sobre todo tranquilamente. Gracias.
Tienes toda la razón. Me ha gustado leerte, desde la tranquilidad de mi habitación.
Para mí, no hay nada como estar en la playa, disfrutando del sonido del mar… Temprano, cuando aún no hay nadie, en primavera o en otoño. Es una delicia que pocos pueden disfrutar.
Un beso Ana.
Muchas gracias Sandra por compartir, ha sido muy bonito y especial leerte, un verdadero y cariñoso placer.