“Tengo la sensación de que en algún lugar del camino me perdí y dejé de ser yo misma”. Esta frase se la dije a mi terapeuta el primer día que fui a su consulta; yo no me acordaba pero ella me la recordó cuando terminamos el proceso, ¡y vaya! Me sorprendió mucho escucharla, porque realmente, más allá de que el desencadenante de ir a terapia fuera sufrir una crisis de ansiedad, eso no era más que el síntoma de la verdad más grande que durante años se había ido gestando: olvidar quién era realmente, para convertirme en una imagen de mí misma sustentada en ser lo que los demás esperaban de mí.
Ser tú misma no es fácil. En primer lugar porque es difícil saber quién eres realmente en tu yo más genuino. Desde que llegaste a este mundo empezaste a relacionarte con otras personas (las primeras papá y mamá) y ya ahí, sus expectativas, sus estados emocionales, sus anhelos, sus circunstancias, empiezan a marcarte; luego empiezas a relacionarte con otros niños, el colegio, los profesores y la sociedad en la que te mueves. Empiezas a interpretar qué es lo que se espera de ti, cómo has de comportarte para ser aceptada y amada, qué emociones están bien vistas y cuáles no se puede permitir expresar, y así poco a poco, vas poniendo capas a tu verdadera esencia, para convertirte en lo que crees que tienes que ser y hacer para ser querida.
«Ser uno mismo en un mundo que constantemente intenta transformarte en algo diferente es el mayor logro»
-Ralph Waldo Emerson-
Así es, como llegas a convertirte en una persona adulta con una imagen ideal de ti misma, con una visión sesgada de cómo funciona la vida y de cómo tienes que ser y comportarte para ser aceptada. Una imagen que, sin ni siquiera darte cuenta, todos los días intentas cumplir y que lastra completamente cualquier intento de comportarte de manera espontánea y fiel a tu propia identidad. Te olvidas cada vez más de tus verdaderos instintos, deseos y necesidades más genuinas y te conviertes en aquello que crees que los demás esperan de ti. Y claro, con ese panorama no es raro que llegue el día en que salte todo por los aires, la ansiedad o la depresión te invadan, y tengas lo que se llama una crisis existencial.
El autoconocimiento como primer paso para saber quién eres realmente.
Saber quién eres, quién aparentas ser y por qué, es el trabajo más profundo y efectivo para conectar con nuestro verdadero yo. Para ello, es fundamental realizar un profundo trabajo de autoconocimiento a través del cual vas a descubrir dos cosas fundamentales:
- Descubres cuáles son tus motivaciones más profundas, las que hacen que te muevas por la vida como te mueves, que te relaciones con los demás como lo haces, tanto para lo bueno que te aporta como para lo que te daña, y sobre todo y muy importante, qué miedos más profundos se esconden tras esas motivaciones.
- Por otro lado, tomas conciencia de aquello que no te permites o que ocultas en la sombra, aquello que también está en ti pero que en algún momento de tu vida dejaste tapado, con el fin de ser querida y aceptada. Me gusta decir que descubres tu otra cara, la que no muestras jamás, de hecho, es posible que ni sepas que existe. A veces descubrir esa otra cara no es nada agradable, y aceptarla como parte de ti puede resultar difícil pero ahí está, no solo existe, sino que además también necesita su atención, espacio y reconocimiento. Y también se produce lo contrario, descubres en ti habilidades y capacidades que ni te imaginabas que estuvieran y te das cuenta de que hay en ti mucho más de lo que creías
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Así es, como poco a poco, te haces más consciente de hasta qué punto la imagen que tienes de ti misma coincide con tu yo real y auténtico, vas empezando a entender, que lo que hasta ahora creías de ti, no es más que solo una parte, o quizás solo una fantasía, creada sobre la base de lo que se esperan de ti y que llevas toda tu vida intentando cumplir. Descubres otra forma de manejarte en la vida, más sencilla, más sana, más ligera, más auténtica porque cuando empiezas a ir a tu favor todo cambia hacia una mayor serenidad y bienestar.
Acudir a terapia facilita mucho este proceso, ya que cuando intentamos hacerlo solos inevitablemente saltan nuestras defensas y nos impide profundizar más en nosotros mismos, incluso cuando vas a terapia van a aparecer esas resistencias, ¡ya te lo digo yo! Pero tener a tu lado un buen profesional que te ayude a tomar conciencia de ellas y de su funcionamiento, facilita muchísimo el proceso.
El miedo a ser tu misma
Sí, el miedo a ser una misma existe, es curioso cómo al mismo tiempo que es nuestro más profundo deseo y anhelo, es también uno de nuestros mayores miedos.
«Tenemos que atrevernos a ser nosotros mismos, por más aterrador y extraño que este ‘yo’ pueda llegar a ser»
-May Sarton-
¿Si dejo de hacer lo que esperan de mí dejaran de quererme? ¿Si digo lo que realmente pienso me aceptarán? ¿Y si me muestro tal y como soy y me rechazan? Estas y otras muchas preguntas similares son las que están pulsando de forma consciente o inconsciente, dificultando que te muestres tal y como eres y sientes.
Pero,¿sabes qué? En la medida en la que poco a poco y a tu ritmo, te vas permitiendo ser tú misma ante los demás, te das cuenta de que esos miedos son totalmente irreales, que son como una densa niebla queda miedo atravesarla porque no sabes lo que te vas a encontrar, pero conforme la vas atravesando te das cuenta de que no hay nada.
Darte permiso para ser
Ser tú misma no es hacer lo que te dé la gana, es posible que a veces confundas esa libertad de poder ser tú misma con una fantasía de poder hacer lo que te dé la gana, pero nada más lejos de la realidad.Para ser tú misma no hay que alejarse de todo y todos, sino permitirte ser tal cual eres, sean cuales sean las circunstancias que te rodeen; dejarte sentir y ser honesta con lo que realmente sientes; poder quitarte la máscara dándote permiso para mostrarte ante los demás, no desde lo que esperan ti, sino desde la autenticidad y honestidad contigo misma.
Ser tú misma y vivir sin máscara implica sinceridad y autenticidad.
¡Ah! Y por cierto, no confundas sinceridad con sincericidio, como te he dicho antes, no se trata de decir o hacer lo que te venga en gana, de lo que se trata es, de llevar esa sinceridad y honestidad a tu interior, de ser sincera y honesta contigo misma y con lo que sientes, y a partir de ahí, empezar a conectar con lo realmente quieres y deseas, decidiendo lo que es mejor para ti y tu bienestar.
Ser tú misma también es tomar contacto con tus capacidades y desarrollarlas en base a tus potencialidades. De ahí va a surgir el impulso vital y natural de expresarte y descubrir la salida a ti misma siendo tal y como eres, sin tener que disfrazarte de otras formas o personas.
Cuando logras conectar contigo mismo, te vuelves una persona más creativa, espontánea y genuina, dejas de plantearte qué estarán esperando los demás, y empiezas a considerar lo que realmente quieres para ti. Cuando te permites ser tú misma, todo se vuelve más liviano, más satisfactorio, más sencillo, más enriquecedor, es la ventaja de remar a tu favor. Merece la pena ¿No crees?
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Me encanta Ana, qué razón tienen todas tus palabras. A veces es difícil actuar como te pide el cuerpo, fiel a tus principios , pues a pesar de que no faltes el respeto a nadie y vivas en tu espacio sin molestar, a veces siento que tropiezo con muros de piedra, rígidos, inflexibles. Si frente a tí tienes una sociedad o grupo que no sintoniza con tus pensamientos, acabas siendo la rarita, algo que me fastidia tremendamente, aunque yo apuesto por ello, pese al precio que pagues por ser tú mismo.
Un abrazo y enhorabuena por el artículo. Susi.
Muchas gracias Susi por tus palabras. Como bien dices, en muchas ocasiones es difícil mostrarnos tal cual somos. Qué diferente sería todo si fuéramos capaces de aceptar a los demás tal cual son, sin juicio, ni exigencia por hacer que cambien. Por el momento, empecemos por nosotras mismas, por dejarnos ser y estar y desde ahí, también permitir que los demás puedan mostrarse tal cual son. Un abrazo muy fuerte.