La vida, en ocasiones te pone frente a situaciones difíciles y complicadas, a veces son situaciones puntuales, otras se repiten cada cierto tiempo y en otras ocasiones, parece que todos los astros confluyen para que aparezcan todas juntas en el mismo espacio, lugar y tiempo; sí, esos momentos en que te dices a ti mismo: ¿Y ahora qué más me puede pasar?, ¿Cuándo se va a acabar esta mala racha? ¿Por dónde empiezo a resolver? ¡Ya no puedo más, esto no tiene fin!

Y no me refiero a la mala costumbre que tenemos las personas de complicarnos la vida de forma innecesaria, creando problemas donde realmente no los hay, viviendo cualquier contratiempo como si fuera el fin del mundo o evitando resolver lo que tienes que resolver; no, de eso ya hablaré en otro artículo. Hoy me refiero a esos momentos en la vida en que a situaciones difíciles, se le suman otras complicadas, y para rematar surgen otras que aun no siendo tan graves, vienen a complicar más la solución de las primeras, ¿sabes a qué me refiero verdad?

¿Por qué a veces se complica tanto la vida?

Hay personas que dicen que la vida es fácil y que eres tú quien se la complica; otros dicen lo contrario, que la vida sí, es difícil y que el problema es que no lo aceptas. En mi opinión, la vida no es ni fácil ni difícil, la vida es lo que es, te pone diariamente frente a diferentes situaciones y experiencias que, dependiendo de cómo decidas afrontarlas, las vivirás con más angustia y sufrimiento, o, por el  contrario con más serenidad y aceptación. Y sí, aunque en última instancia tú decides cómo afrontarlo, es cierto que hay ocasiones en que todo viene tan de repente que afrontarlo con serenidad se convierte en misión imposible.

La vida no es fácil ni difícil, la vida es lo que es.

Además, cuando estas situaciones van concatenándose y permanecen durante un periodo de tiempo relativamente largo, tu energía y positivismo van mermando, por mucho que te digas “venga que todo pasará”, “algo aprenderé de todo esto”; es casi inevitable que empieces a entrar en un estado de pesimismo y agotamiento físico y mental, que lejos de ayudarte a superar la mala racha, te hace revivir tus peores temores e inseguridades.

Todos en algún momento pasamos por etapas así y son realmente agotadoras, yo he pasado más de una, y seguro que tú también, incluso es posible que en estos momentos estés pasando por una de esas etapas de la vida llamadas “mala racha”. Pues bien, si es tu caso, aquí te dejo algunas de las estrategias que desde mi propia experiencia personal, y por la de las personas que han llegado a mi consulta,  te pueden ayudar a afrontar de forma más sana y calmada, esos momentos en que la vida se pone difícil de sobrellevar. Porque ante todo ten en cuenta una cosa: no puedes controlar los acontecimientos pero sí puedes mejorar qué actitud tomar frente a ellos.

Photo by Jason Barone on Unsplash

No puedes controlar los acontecimientos pero sí puedes mejorar qué actitud tomar frente a ellos.

¿Qué hacer cuando la vida se pone difícil?

Ten muy presente que es algo temporal (no hay mal que cien años dure), que hay épocas que todo va bien y hay otras que no lo van tanto, y no está probado que unas sean más frecuentes o más largas que las otras, lo que ocurre es que cuando todo nos va bien, lo vemos como normal, que es así como tiene que ser, y por eso no le damos el valor que tiene hasta que se acaba. Así funciona nuestro cerebro, reconoce mucho más aquello que puede suponer un peligro que aquello que funciona bien, de ahí que le des mucha más importancia a las malas rachas y te acuerdes mucho más de ellas que de las buenas.

Intenta identificar cuál es el problema más importante, aunque tengas la sensación de que todo va mal, lo cierto es que siempre hay un factor o foco central. Lo que llamamos “malas rachas” suelen comenzar con una pérdida o un problema especialmente difícil de resolver (pérdida de un trabajo, una enfermedad, muerte de un ser querido, un fuerte desengaño). Es posible que te resulte difícil identificar dónde está el punto central, ya que confluye con otras situaciones también problemáticas y todo se convierte en una madeja difícil de desenrollar, pero es importante tomar consciencia de cuál es ese factor, ya que por lo general suele ser el más difícil de resolver y el que está pulsando más fuerte, lo que lleva a que gran parte de tus energías estén bloqueadas en él impidiendo que puedas resolver el resto de las situaciones.

Paciencia y sin dramas. Si hay dos cosas que te van a dificultar enormemente afrontar una mala racha son la impaciencia y el catastrofismo.

Empecemos por la primera: la impaciencia, y es que, es normal que desees que se solucione rápido y pase cuanto antes pero es muy posible que en ese afán por acabar de una vez por todas de resolver los problemas, acabes como pollo sin cabeza, corriendo de un sitio para otro, sin ningún sentido ni orientación, cada vez con menos energía, más angustia y menos capacidad de resolver.Lo mejor es  ir sin prisa pero sin pausa, paso a paso, y confiando en que cada cosa se presenta y resuelve en su momento, ni antes ni después.

Tampoco te va a facilitar nada el pensar de modo dramático ni catastrofista. Me refiero a esos pensamientos  de tipo “esto no se va a acabar nunca” “qué va a ser lo siguiente” “todo me pasa a mí” “aún puede empeorar más”. Estos pensamiento u otros similares (aquí cada uno tiene su particular “comecocos”) es normal que te asalten, lo importante es no enredarte en ellos y no dejar que ocupen todo el espacio de tu mente, porque lejos de ayudarte a sobrellevar la situación de una forma más serena y resolutiva, te van a bloquear y angustiar aún más si cabe.

No te cargues tú con la solución de todo, evidentemente habrá cosas que solo tú puedas solucionar y en las que tendrás que estar presente sí o sí,  pero es el momento de pedir ayuda a tu entorno para que se hagan cargo de aquellas cosas que no requieren de tu exclusiva presencia, delega y comparte con ellos tareas y responsabilidades y, aunque te cueste, confía en que serán capaces de hacerlo y hacerlo bien.

Apóyate en aquellas personas que sabes que siempre están dispuestas a echarte una mano, ya sea haciendo alguna tarea, ya sea, sentándose un rato contigo a tomar un café, a escucharte, y sobretodo que te hagan reír tanto, que llegues a olvidarte de todo por un buen rato. Verás cómo recargas energías.

Acepta que la vida es como es y no como tú quieres o como te gustaría que fuera. Sufrimos cuando nos resistimos a aceptar las cosas como son realmente ¡Y sí! Tú tenías tus planes, tus expectativas, tus deseos y mira por dónde no va a ser así, al menos por el momento, porque ahora toca lo que toca, que no es poco. Cuanto  antes dejes de pelearte con la vida y con lo que te está trayendo, por muy duro, doloroso y difícil que sea, pues mejor para ti. Quizás es el momento de reajustar tus expectativas y planes, y quién sabe, qué aprendizaje, descubrimiento o a qué nuevas cosas te lleva.

Busca ayuda y déjate ayudar. Y es que, aunque seas una persona fuerte y con una gran capacidad para afrontar dificultades, eres vulnerable como lo somos todos, y hay momentos en la vida en los que necesitas  ayuda externa y profesional porque te guste o no, tú sola no puedes con todo. Y no es que el terapeuta, coach, o psicólogo te vayan a solucionar tus problemas, ni mucho menos, lo que sí te van a poder ofrecer es un espacio donde poder descargarte, desahogarte, refugiarte por un rato, sacar fuera y poner en palabras todo lo que llevas dentro, y a partir de ahí, establecer prioridades y crear herramientas para aprender una nueva forma de vivir y  afrontar  la vida con lo que esta te traiga.

 

Si te ha gustado este artículo puedes compartirlo y así podrá ser de ayuda a más personas

Si lo que quieres es hacer una consulta privada, haz click en el siguiente enlace

Primera Consulta Gratuita: Hablemos

SOBRE MÍ

Soy Ana Oliver, Coach Personal y autora de este Blog. Mi objetivo es ayudarte a sentirte más satisfecho contigo mismo, y a generar los cambios que quieres en tu vida. Descubre cómo puedo ayudarte aquí.